Leyenda del Tepozteco
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Dice la leyenda que había una doncella que impresionó demasiado al dios del viento, Quetzalcóatl, y quedó embarazada. Sus padres, indignados, escondieron a la doncella durante los nueve meses y, al nacer su hijo, ordenaron llevar al niño a que fuera colocado sobre las pencas de un maguey para que se espinara y muriera. Sin embargo, el maguey inclinó sus espinas y alimentó al bebé con agua del rocío. Entonces el rey mandó nuevamente a sus sirvientes a depositar al bebé en un hormiguero para ser picado y así terminar con su vida. Por segunda vez el dios Quetzalcóatl protegía a su hijo, ya que las hormigas en lugar de picar al niño lo alimentaron con migajas de pan. Fue entonces cuando mandó colocaran al niño en una canasta y la echaran al río. El agua lo arrastró sin dañarlo, llegando así a la orilla donde se encontraba una anciana lavando; ella lo tomó con mucho cuidado y lo llevó a su casa con su esposo. Después de preguntar si alguien había perdido un bebé y no encontrar quién se encargara del niño, decidieron quedárselo. Así, al lado de esos ancianos como padres creció el hijo del viento.
En aquel entonces, se dice que existía un dragón cerca de lo que hoy es Estado de Mexico, Xochicalco, el cual alimentaban con gente anciana y para lo cual había una lista de todos los habitantaes de ese lugar y sus alrededores. Era turno de los padres adoptivos de aquel niño, y a tal desgracia él decide tomar su lugar. Los ancianos se quedaron muy tristes, pus su bien portado hijo daría la vida por ellos. Al salir el joven de más o menos trece años les dijo:
—Padres, si ven una nube negra es que habré muerto, pero si esa nube es blanca es que estoy vivo y pronto estaré con ustedes.
Recibió la bendicion de los abuelos y se dirigió hacia el lugar donde estaba el dragón. Durante el camino el joven iba recogiendo obsidianas, que son unas piedras filosas, y las guardaba en su morral. Al llegar frente al enorme animal, este lo devoró sin masticarlo, y ya adentro, el niño sacó las obsidianas para rasgar el estómago del animal, el cual se retorció y de los dolores murió, entonces en lo alto se asomó una grandiosa nube blanca y los ancianos dieron gracias a dios por ese milagro.
Y así, el joven creció siendo una persona de buenos sentimientos y sobre todo de un caracter tan agradable que todos lo apreciaban, convirtiéndose muy pronto en el rey Tepozteco, quien trataba a sus súbditos con mucha humanidad.
Cierto día, fue invitado a una comida en la ciudad de Cuernavaca, ofrecida para puros reyes, a la que decide asistir vestido de una manera muy sencilla, como acostumbraba. Al llegar a la recepción no le fue permitida la entrada, ya que no parecía ser el rey de Tepoztlán, entonces él regresa más tarde con el mejor traje y le dan una bienvenida digna de un rey. De pronto todos se quedaron muy sorprendidos al ver que aquel hombre muy elegante estaba vaciando sus alimentos sobre su ropa, a lo que le preguntaron:
—¿Por qué haces esto?
Y él contestó:
—Porque antes de venir muy elegante vine vestido humildemente y no me aceptaron, entonces quiere decir que ustedes le dieron de comer a mis ropas no a mí.
En esa fiesta se, se escuchaba una agradable música para lo cual se utilizaban dos instrumentos que sólo se tocavan en eventos de mucha importancia, se podría decir que se trataba de los instrumentos más sagrados para los reyes de aqul tiempo. El Tepozteco quedó impresionado y decide regresar después de haber sido rechazado con el propósito de robar dichos instrumentos (la chirimilla y el teponazrle) . Y después de embarrarse la comida sobre sus ropas sale de ese lugar robándose los imstrumentos. De inmediato fue perseguido por toda la gente de los distintos reyes hasta llegar a Tepoztlán en donde cuenta la leyenda que el rey Tepozteco se orina y se forma en ese instante un río que no permite pasar a sus seguidores, y él con la ayuda de su padre, el dios del viento Quetzalcóatl, llega de inmediato a la punta del cerro donde ordena a su gente tocar los instrumentos y decide que esa música será ofrecida a su madre la virgen María.
Mientras que sus agresores nunca pudieron llegar a donde él se encontraba ni porque trajeron a mucha gente y quisieron tirar el cerro, de lo cual solo quedó lo que hoy llamamos corredores, un cerro que parese ser labrado.
El rey Tepozteco dijo:
—Mi madre la virgen María—. Pues él fue el primer rey evangelizado por los españoles, y él mismo se encargó de convencer a todos los reyes de aceptar la religión catolica.